16 de abril de 2010

Paseo al Fin del Mundo

16 de septiembre del 2007 , 12h40UX7122 28a:

Nunca me había podido imaginar, lo que un ser humano podría llegar a sentir. Pero aquel 16 de septiembre lo descubrí, aquel día me acordé de todos los que me habían dicho adiós, en un solo segundo aparecieron todos por mi cabeza, me acordé de todo lo que estaba dejando atrás y en especial de aquella carita asustada y entristecida que aunque ella no lo decía, sus ojos me pedían que no me fuera.

Toda una vida juntas, como uña y carne, como hermanas, como zipi y zape con nuestras trastadas, con nuestras aventuras de un lado para el otro... simpre juntas. Y ahora cuando ella más me necesitaba tenía que irme de su vida y dejarla sola... luchando contra su infierno. El miedo por el cual sufría era el temor que sentía al pensar que esa niña, se sentiría sola, incapaz de seguir.

Otra de las cosas que me hacían sufrir era él, durante las últimas semanas, antes de mi partida, habíamos creado un fuerte lazo... que nos unia como pareja. Fuimos felices en aquellos últimos días de verano, recorriendo juntos lugares maravillosos llenos de felicidad, creando recuerdos de alegría, amándonos uno al otro e intentando no pensar que tarde o temprano nos tendríamos que separar.

Aquel 16 de septiembre sentada en la butaca del avión, sentía como una parte de mi no quería volar, pero tenía que hacerlo... para mis padres era la única solución y yo accedí por ellos. Notaba como poco a poco mi corazón se desgarraba, como quedaba sin vida, sin sueños y sin corazón.

Fue entonces cuando comprendí que el corazón de una persona está y debe seguir unido a sus seres queridos y a su pequeño mundo, y que solo se puede separar de ellos cuando crea que debe hacerlo o se vea capaz de poderlo hacer. Sino jamás lo deberá alejar de lo que más quiere o sufrirá hasta amargarse por completo.

Al día siguiente depués de salir de un pozo oscuro lleno de lágrimas, hundida en la amargura alzé la vista para ver mi nuevo hogar... allí me encontré perdida, rodeada de calles extrañas en una isla, de la que para mí me era imposible salir y en la que no tenía nadie con el que hablar, ya que eran todos desconocidos. No encontraba ninguna luz a la que seguir para salir de aquella horrible depresión, la cual me hundía más en aquel pozo de lágrimas... ya no podía ni respirar; pero debía salir, tenía que ser fuerte, ¿¡De dónde sacaría las fuerzas!?... desde lo lejos me llegaban animos, pero lo que necesitaba eran abrazos y besos... y solo me alegraba la idea de volver, dejar aquello en lo que para mí no encajaba y seguir como si nada hubiera pasado.

Aquellos días aquel sentimiento me ahogaba, no me dejaba vivir, me hundía en la miseria y no podía seguir, no podía luchar... solo deseaba dormir, el dolor de cabeza era insoportable... como si me la aplastaran 50 gigantes. Estaba muy cansada, los ojos se me llenaban de lágrimas a cada instante, solo podía hacer lo que deseaba, llorar.

Solo una cosa, una única cosa me hacía seguir a delante; la voz de mis amigos, la de mi familia y la de él, aquellos a los que quería y quiero, aquellos por los que sigo viva. Y ahora sé que siempre estarán ahí y los volveré a ver, pero mientras seguiré con el corazón vacío y solo, ya que me falta algo; y ese es mi mundo, con su gente y sus cosas.

16 años.

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